Jesús y la Semana Santa



Por: Juan Daniel Castro Reyes



Con gusto y ánimo nos acercamos a un período en el año en el cual algunos celebran, otros descansan, otros hacen dieta y otros reflexionan.

Período que tradicionalmente la religión ha nombrado “Semana Santa”, y digo “religión” porque esa palabra encierra un punto de vista muy humano acerca de lo que Dios ha ordenado y determinado en su palabra que el hombre haga.


No transmite esta palabra la esencia de lo que el pueblo de Dios (su iglesia) es en sí misma.

El asueto de la Semana Santa tiene distintos significados para cada persona según lo que cada cual haya querido interpretar de lo que se le ha transmitido por distintos medios de comunicación, medios que a veces no son los mejores transmisores de la verdad que encierran algunos temas y más aun cuando estos son temas bíblicos.

Algunos celebran, supuesta e insistentemente la muerte de Cristo, hacen énfasis en su muerte como si se tratara de un hombre cualquiera, cuya muerte no haya tenido propósito alguno, y peor aún, cuya muerte no haya sido más que eso, muerte.

Otros descansan de todo el afán que el año viene brindándoles, descansan hasta que acabe esta semana y luego sucumben otra vez en el afán y la ansiedad que destruye sus cuerpos y sin darse cuenta, lo mas importante, sus almas.

Otros siguen una gama de mitos y tabúes acerca de este período, haciendo y dejando de hacer cosas que nadie les ha mandado y nadie les ha prohibido.

Otros, sin embargo, reflexionan sobre su andar en esta vida, ven las películas y entienden lo que transmiten, pero muchos lamentablemente no aciertan en creer lo que realmente Dios desea sembrar en sus corazones.

Pero pensemos por un momento, si es “santa” esta semana, debemos aprender de Quien fluye y emana la santidad, Dios mismo. El puede enseñarnos sobre lo que realmente debe significar esta semana y todas las demás del año.

¿Por qué celebrar y hacer énfasis en la muerte de uno que resucitó y cuya vida es la fuente para que todos alcancemos la verdadera vida, cuya resurrección es la base de la fe y el evangelio (buenas nuevas)?

Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él”. ROM. 6:8,9

Su muerte no puede ser recordada como una simple muerte, sino como el plan utilizado por Dios para que con su gloriosa resurrección nosotros podamos tener la oportunidad de vencer también a la muerte así como El lo hizo.

Dios tiene un mensaje para aquellos que sólo toman en cuenta su descanso físico y no hacen caso del cansancio espiritual que lleva sus almas a la destrucción.

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Mat. 11:28
Quiere decirles a los que siguen tradiciones y tabúes que sólo sus ordenanzas tienen sentido cumplirlas delante de El, lo que El ha ordenado es lo que quiere que cumplamos y no tradiciones, mitos o tabúes de hombres.

“Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.

Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.

Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes”. Mar. 7:6-8

Y a los que reflexionan quiere decirles que no basta con saber historia, saber todos los detalles de la muerte de Cristo, sino cambiar de pensamiento y actitud de corazón frente a ese conocimiento, comprendiendo y guardando en sus corazones el verdadero mensaje de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

“Para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”. ROM. 5:21

“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”. ROM. 5:10
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Jn. 3:1

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